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Marina Arce, la poeta de la calle que no cuenta su historia

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Marina Arce, la poeta de la calle que no cuenta su historia

por ROSA PEREDA


7 DE MAYO DE 2016

En España hay más de cuarenta mil personas sin hogar. En Madrid, el Ayuntamiento anterior contaba 2.000, de las que la mitad duermen al raso. Las razones por las que la gente se queda literalmente en la calle, al margen de la estadística y la sociología, se viven personalmente y en persona. De una en una. Son cuarenta mil historias personales en España, y dos mil en Madrid. La de Marina Arce no la vamos a saber así como así: porque para su orgullo, habla sólo su poesía. Así que ésta que cuento no es la historia de una poeta sin techo: es la historia de un libro, escrito al raso en los últimos años, y titulado Con Ilusión, que está a punto de publicar Unaria Ediciones.




La noticia me llegó por Facebook. Mi amigo el poeta Fernando Sabido Sánchez me mandó un mensajito, con un apunte de la historia que no podía dejar de interesarme. Había una poeta muy estimable, me decía, que recitaba y vendía sus poemas, escritos en papelitos y memorizados por ella. Era una sin techo, que se movía por el centro de Madrid. Y a él le había llegado de manera curiosa, porque la historia del que en pocos días será un libro de poemas tiene un lado azaroso y rocambolesco.

Marián Martínez-Osorio es una de esas personas que, al menos un día a la semana, sale con sus termos de caldo por las calles del centro de Madrid. Ya lo leerán en el prólogo al libro, pero les adelanto que encontró a Marina Arce varias noches, siempre reservada y hasta arisca, y que sólo después de muchas veces se entabló la conversación que se convertiría en una suerte de cordial amistad. Y como Marián es de las que pasa lista, y conoce a su gente, un día la echó en falta. Así que la buscó hasta encontrarla. Estaba ingresada en el Clínico, donde le habían tenido que amputar un dedo tras un accidente. Bueno, sin dedo sigue escribiendo, porque la poesía es su vida.





Como había tenido que dejar todas sus cosas en el banco donde solía dormir, Marián las recogió: allí estaba el tesoro de sus versos. Localizar y seguir a Marina Arce, que fue dada de alta del hospital, y pasó de albergue en albergue, debió ser complicado, pero la solidaridad de los sin casa existe, y a Marián le fueron dando pistas. Ahora está en uno rural, demasiado rural, en la provincia de Madrid. Y ni Marián, ni Fernando Sabido, ni desde luego la propia Marina Arce, desesperan de encontrar un sitio en la ciudad, desde el que pueda volver a salir a sus calles y sus bares, y leer sus poemas, y a vender su libro, por qué no.

El libro es más que una ilusión: ya es casi un hecho. Fernando Sabido quería que le contara su historia, en una entrevista que va en el epílogo, pero nada. Esta mujer culta e inteligente, que recita a Salvador Espríu en catalán y en castellano, a la que se le ven las lecturas y la formación, no quiere contar su vida. Se la reserva para ella. La poesía es lo que le importa. Es su vida literalmente. Porque vive de ella. Pero sobre todo, porque en ella canta, con una alegría que desde una confortable vida pequeñoburguesa parece imposible, su libertad.




En Con Ilusión, Marina Arce reúne 39 poemas, titulados en números romanos y agrupados en tres partes, y la tercera va de amor: un amor apasionado, lleno de futuro y esperanza. Son poemas de un pudor extremo, en los que la biografía, y la historia, han desaparecido bajo una lengua minimalista. Son poemas cortos y esenciales, tan cerca de la poesía del silencio que suenan un poco a japoneses. Ay, cuántos poetas españoles quisieran llegar a esos niveles de esencialidad, de desnudez, de desadorno!

Por ejemplo:

No me importa perderme en la bruma
la llama de mi corazón
ilumina lo bastante


O también:


Que no se te escape ese sueño
que no se diluya
mira que es fuerte
y que es frágil


La poesía, lo que está al final y al fondo de la poesía, es difícil de explicar, pero por suerte es fácil de percibir. Se nos mete dentro y nos habla de nosotros mismos. Hasta a las lectoras viciosas y viciadas como yo misma, que acostumbra a buscarle las tripas a lo leído. No diré que una historia que sólo puedo intuir porque no se deja ver no tenga algo qué ver. También la cojera de lord Byron o los amarillos guantes de Oscar Wilde. Pero estoy ante una historia silenciosa, la de Marina, y en cambio acabaré la del libro.





Total, que, siempre bajo su supervisión y su control –la libertad es un tema recurrente-- Marian Martínez-Osorio y Fernando Sabido organizan el libro, y Fernando cuelga la noticia en Face. Y Amelia Díaz Benlliure, la editora de Unaria, lo lee y dice que quiere publicarlo. Y ahí está, ya en capillas, con la reproducción facsimilar de los papelitos en los que Marina Arce escribió cada poema.

Se presentará el libro. Se hará una fiesta. Espero ser invitada. Porque Con Ilusión es uno de los libros que más ilusión me hacen. Un libro que Marina ha dedicado a “todos los que no se conforman con el sitio donde los dejó la vida y están dispuestos a esforzarse para desarrollar sus sueños”.





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