marylin monroe
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
en el cerebro de marilyn monroe martillea una
y otra vez un verso del poema que garabateó meses
atrás...
un reloj marca las veintidós horas diez minutos
del día cuatro de agosto del sesenta y dos y espera
recostada en la cama, que agentes de los servicios
secretos ejecuten la pena de muerte
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
fue declarada culpable del delito de violaciones múltiples
que perpetraron sobre su cuerpo y espíritu uno tras otro,
james dougherty, yves montand, frank sinatra, los kennedy,
elia kazan, marlon brando o tony curtis
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
en el instante preciso en que el verdugo aplica
la dosis letal, cierra los ojos y por última vez recuerda,
tal vez con ternura, a joe dimaggio y arthur miller
[no hay nada que temer salvo el propio miedo…]
[no hay nada que temer salvo el propio…]
[no hay nada que temer salvo…]
[no hay nada que temer…]
[no hay nada…]
[no hay…]
[no…]
[…]
Fernando Sabido Sánchez